Placebo, sugestión e intención
(Tiempo estimado de lectura: 8 minutos)La evolución es un proyecto inconcluso
Martin Heidegger
Resulta curioso la confusión que existe entre los conceptos de placebo y sugestión, la mayor parte de los blogs que se dedican a criticar algunas “medicinas alternativas” que circulan por ahi tienden a identificar placebo con sugestión, algo asi como un autoengaño que les sucede a las personas crédulas, desinformadas o supersticiosas.
Mi intención es en este post es aclarar estos conceptos y aun más: desvelar las potencialidades terapéuticas del placebo, una cuestión sobre la que la ciencia ha pasado de puntillas hasta el momento.
Para la ciencia el placebo es un obstáculo que impide discriminar con seguridad lo verdadero de lo falso en farmacología tal y como apunté en este post, algo asi como un artificio que hemos de aprender a domesticar con tal de saber la verdad: si un fármaco tiene actividad terapeutica o no la tiene.
La primera acepción de la palabra placebo es pues el engaño.
El placebo como engaño.-
Supongamos que usted padece de insomnio y un médico le receta sin que usted lo sepa una cápsula de azucar, y que tras su ingestión usted duerme a pierna suelta. ¿Cómo ha podido suceder esto? No cabe ninguna duda- y este es el efecto placebo más conocido- que el efecto somnífero de la cápsula de azucar no es atribuible a la propia cápsula sino a alguna operación mental que usted ha realizado incluso inconscientemente. Esta operación parece que tiene que ver con la expectativa: usted espera que la cápsula le de sueño y esta predicción acaba dándole realmente sueño. En este sentido el efecto estaría relacionado con la anticipación placentera o nociva (efecto nocebo) de un efecto cualquiera.
La segunda acepción del placebo es el efecto por sugestión que evidentemente se solapa con el anterior, aunque personalmente creo que el efecto placebo y la sugestión son fenomenos distintos o que al menos la sugestión es el antecedente mentiroso del placebo.
El placebo como sugestión.-
La sugestión es un fenomeno de seducción bien del paciente hacia el terapeuta o bien del terapeuta al paciente, se trata de un fenómeno que tiene como objetivo agradar y eludir la responsabilidad y no tanto anticipar una respuesta positiva. La sugestión es un fenómeno que tiene poco que ver con cápsulas azucaradas y más bien entronca con entornos complejos con sentido. El paciente puede ser atraído hacia atmósferas, creencias, maniobras, rituales, prácticas o ambientes con intenso significado para el sujeto individual. La sugestión es un fenomeno hipnótico que se da espontáneamente en muchos de nosotros y que se aprovecha de la manera en que nuestra coniciencia crece: por disociación es decir dislocando contenidos que deberian ir unidos o anidados unos en otros. La sugestión tiene que ver con la identificación y la adhesión a un determinado culto, muy frecuentemente el culto a la autoridad, al prestigio, el poder, el éxito o el atractivo de alguien que opera como “sugestionador” y que pone o sustrae significados en nuestra mente con métodos persuasivos.
Naturalmente los efectos de la sugestión son poco duraderos y volátiles y poco eficaces si además el sujeto no pretende -simultáneamente- eludir la responsabilidad de sus actos. La hipnosis y la sugestión sirven para que el paciente haga o diga (o deje de hacer o decir) cosas que no diria si tuviera que asumir las responsabilidad de lo que dice o hace. Es por eso que usualmente la hipnosis deja amnesia post-trance y algo que los hipnotizadores aprenden a hacer bien pronto: de lo que se trata es de que el paciente no recuerde lo que dijo o hizo en el estado de trance.
Dicho de otro modo: la sugestión es un autoengaño al servicio de hacer creer a alguien que un síntoma (o sufrimiento cualquiera) es genuino y que el sujeto no tiene más remedio que sufrir pasivamente eludiendo el hecho que un síntoma no es algo que sólo sucede sino algo que está contando una historia, algo que comunica algo a alguien y que además de simulacro está -a veces muy claramente- destinado al beneficio.
Existen enfermedades médicamente inexplicables del mismo modo que existen remisiones médicamente inexplicables, pero ambas forman parte del mismo fenómeno : la enfermedad o el síntoma dicen algo que no se dice con un texto de palabras y la curación dice algo que usualmente elude estas mismas palabras y utiliza el mismo recurso tramposo del paciente, un engaño se opone a otro engaño. Es un fenómeno que está relacionado con lo que entendemos como placebo débil, del que he hablado hasta el momento (engaños y autoengaños) pero existe otro efecto placebo autoinducido y que es el verdadero plato fuerte de esta cuestión y sobre el que se apoyan las remisiones espontáneas a las que aludí en este post.
Efectivamente existe una tercera versión – la versión fuerte del placebo- que es la capacidad de curarse a través de ciertos fenómenos mentales, algunos de los cuales son aun poco conocidos.
El placebo como intención.-
Una mente es sobre todo intención, sin intencionalidad no podriamos hablar de un mente, al menos no como las conocemos en nuestra especie.
¿Es posible curarse a través de la mente? ¿Basta con la intención?
Naturalmente depende de enfermedades y de individuos, algunas personas sólo son capaces de introducir cambios beneficos en su vida despues del diagnóstico de una enfermedad grave, otras personas parecen ser inmunes a determinados padecimientos a partir de una filosofia de vida muy especial, otras son capaces de curarse espontáneamente de enfermedades sin que sepamos a ciencia cierta como lo hacen y la mayor parte de las enfermedades son sensibles a pequeños cambios creenciales que arrastran grandes cambios de estilos de vida.
Seguramente usted habrá oido muchas veces este tópico “Solo usamos la mitad de nuestro cerebro” ¿Es esta afirmación cierta?
¿Tenemos una parte del cerebro inactiva que nos permitiria grandes prestaciones en cuanto a librarnos de la enfermedad?
Para contestar esta pregunta neceistaremos hacer una pequeña incursión evolutiva: el paso de un cráneo neanderthaliense a un craneo braquicefálico que ya mostré en este post. Y adentrarnos en un concepto planteado por Ian Tatershall que llamó exaceptación. A diferencia de la adaptación, aquí se trata de innovaciones espontáneas que carecen de función o que juegan un papel muy diferente al que finalmente tienen. El ejemplo más conocido son las plumas, que mucho antes de ser útiles para volar funcionaron como una capa para mantener el calor del cuerpo. Tattersall cree que los mecanismos periféricos del habla no fueron una adaptación sino una mutación que ocurrió varios cientos de miles de años antes de que quedaran circunscritos por la función de articular sonidos. Y posiblemente, según este científico, las capacidades cognitivas de que nos jactamos fueron también una transformación ocurrida hace 100 o 150 mil años que no fue aprovechada (exaptada) sino hasta hace 60 o 70 mil años cuando ocurrió una innovación cultural, el lenguaje, que activó en algunos humanos arcaicos el potencial para realizar los procesos cognitivos simbólicos que residían en el cerebro sin ser empleados.
Dicho de otra forma el lenguaje es algo asi como un genoma lag, es decir una prestación basura que sólo se desarrolló cuando encontró en el medio ambiente y en la tecnología previa un entorno suficiente para que se desarrollara.
Los sonidos hablados no comenzaron a emplearse hasta que nuestra especie se vio sometida a retos que superaban los recursos normalmente usados. Lo importante en un proceso de exaptación es la refuncionalización de las modificaciones no adaptantes llamadas spandrels por Jay Gould, que toma un término de la arquitectura: esos espacios triangulares que no tienen ninguna función y que quedan después de inscribir un arco en un cuadrado (tímpano, enjuta) o el anillo de una cúpula sobre los arcos torales en que se apoya (pechina). Las pechinas cerebrales podrían haber sido circuitos neuronales abiertos a funciones inexistentes o desaparecidas, a memorias inútiles o a señales externas que no llegan, o bien a mecanismos no relacionados con procesos cognitivos.
Naturalmente esta idea no es baladí porque supone el modificar nuestro punto de vista sobre la evolución de nuestra especie. Siguiendo esta teoria de Roger Bartra sobre la conciencia tendremos que modificar nuestro punto de vista sobre la hominización: un proceso que no estaría relacionado tanto como saltos evolutivos provocados por mutaciones sino por evoluciones graduales lentas de cambios que ya estaban preinscritos en el cerebro como una prestación basura que no pudo ser utilizada más que a partir del momento en que se hizo necesaria.
En este sentido la evolución del Homo erectus o el Habilis hasta el Sapiens tendria menos saltos evolutivos de lo que los neodarwinistas suponen y que más allá de eso: el éxito evolutivo del sapiens estaría relacionado con sus hándicaps más que con sus logros cerebrales.
Hándicaps que se neutralizaron con una extrema dependencia de los símbolos que vinieron a sustituir nuestra incapacidad para orientarnos con nuestros órganos de los sentidos (olor, visión, tacto, audición), simbolos en transformación y que se encuentran en dependencia de la cultura de donde el individuo concreto extrae el diccionario transductor entre el afuera y el adentro. Un diccionario que llamamos sentido.
Todo lo que tiene sentido, resuena con el individuo, opera como un transductor de señales y es esta la razón por la que cualquier cosa puede operar como un catalizador de respuestas tanto terapétuticas, como creativas, motivadoras o intencionales.
Y todo lo que tiene intencionalidad tiene un enorme poder de transformación.
La cultura humana segun este punto de vista es una -la auténtica- fuerza evolutiva. Y es muy posible que en nuestro cerebro exista una reserva de conectividad sin uso todavia que se encuentre esperando la ocasión de manifestarse cuando sentido e intencionalidad puedan operar en sincronía.
A las medicinas alternativas hay que tomárselas muy en serio, tanto como tomamos en serio las enfermedades sin explicación médica o a las que contradicen los circuitos nerviosos conocidos, no debemos exigirles que demuestren su eficacia (del mismo modo que no exigimos a nuestros pacientes que objetiven sus dolores inexplicables) pues quizá estén señalando hacia el lugar donde efecto placebo e intención puedan algun dia encontrarse, es decir cuando aprendamos a usar nuestra mente como lo que es : un interface perfecto para sintonizar el cerebro con la información del medio.
Bibliografia.-
Jay Gould, Stephen. The structure of evolutionary theory, Cambridge, Harvard University Press, Mass, 2000.
Tattersall, Ian. The monkey in the mirror. Essays on the science of what makes us human, San Diego, Harcourt, 2002.
Fuente: http://pacotraver.wordpress.com/
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