Signos y portentos, por Jonathan Ott
(Tiempo estimado de lectura: 6 minutos)
Básicamente, mi plan en la vida es el de no tener ningún plan, más allá de algún limitado compromiso profesional: Sí, estuve en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 para dictar una conferencia sobre el “terrorismo”. Mi credo o conjunto de creencias es intentar no creer en nada, a excepción de lo básico que comparto con todo chamán o científico verdadero: Si es posible aprender del universo. A fin de cuentas, una creencia es solamente una opinión usualmente tan fuerte como para no admitir la evidencia contraria; o sea, una fe ciega. Es mejor no tener demasiadas opiniones o ideas; suelen limitar la experiencia de uno, y así sus oportunidades para aprender del universo. El pensamiento es una cosa maravillosa y tiene su lugar… pero este lugar no está detrás del volante o del timón, sino bajo la cubierta, en la sala de máquinas; ayudando a impulsar, aunque no a dirigir. Esto de no tener ningún plan no quiere decir que uno esté desprovisto de un mapa o guía para ayudarle a encontrar su camino. Para esto sirven los “signos y portentos”. Si tengo alguna superstición. Si creo yo en algo aparte de la disposición del universo para enseñarnos, es la siguiente: cuando uno necesita alguna información muy específica del universo, sólo tiene que mantenerse muy atento y en vigilia, muy enfocado en el presente, y esta información se presentara sola, sin esfuerzo por parte de uno. Esta clase de información son los Signos y portentos.
Fue a raíz de un inesperado viaje de hongos, en San Antonio, cuando tuve la visión de Wasson como mi maestro y mentor principal, para después recibir por la mañana siguiente, de manera tan imprevista como la llegada de los mismos hongos, mis órdenes de marcharme inmediatamente para ir a visitar al propio Wasson. Fue una experiencia dramática que me llevó a pensar en la información espontánea del universo como signos y portentos, y después me puse a buscarlos diligentemente. Con los años, esta teoría de los signos y portentos se a cristalizado en una filosofía muy concreta de la vida, mientras que nunca me han fallado tales signos y portentos. Cada vez que en la vida llego a una encrucijada, a una bifurcación del camino, cunado tengo que “tomar una decisión” , como la gente suele decir, no me pongo a pensar, no hago ningún esfuerzo mental para poder llegar a la decisión, sino sólo me pongo más atento y concentrado de lo normal, hasta que la información necesaria se revela por sí sola. Entonces no hay decisión que tomar, hay más bien una señal que seguir. Desde luego, para poder vivir así, uno tiene primero que estar libre, que es un estado de ser más que un conjunto de circunstancias externas; libres para poder actuar de acuerdo a los dictados del universo; dispuesto, por un decir, a apostarlo todo por una corazonada; vivir como si cada día fuese el último de la vida, como bien pudiera ser, como inexorablemente resultará ser algún día.
Un signo y portento no es nada fijo, es un agüero específico sacado de algún libro o sistema de creencias. El echo de que un gato negro se cruce en el camino de uno; o que un cuervo de pronto vuele tapando al solo; semejantes cosas en sí no quieren decir nada, ni son necesariamente signos o portentos. Visto así, los signos y portentos pierden todo significado y se podrían convertir en otro tipo de fe o creencia que muy probablemente le cargaran a uno, en vez de desvelarse la información deseada. Por otro lado, tras muchos años de andar atento, buscando signos y portentos, me e dado cuenta de algo para nada casual o aleatorio: que el mundo también está lleno y repleto de falsos signos y portentos, emitidos más que nada para distraer y confundir, para impedir que la gente abrumada tenga capacidad de decernir los signos y portentos desde un trasfondo con tanto ruido. La única diferencia entre ruido y señal (o información) es en interés de alguien. Cuantos más bits de información almacenados en un banco de datos, o libros en una biblioteca, más difícil es filtrar o extraer lo que para uno es la señal en determinado momento, ya que toda la demás información, por muy valiosa que sea, representa entonces ruido y no señal. Cuanto mayor cantidad de información, más baja será, la proporción de la señal a ruido para determinado propósito, digamos, para sacar datos sobre psilocibina en hongos. Todo lo demás sobre la toxicomanía o etnomicología o historia de tales hongos, no solamente es irrelevante, sino en proporción a su cantidad, representa francamente un estorbo: es un ruido que inhibe sacar una señal limpia. Así es con los signos y portentos. A mayor cantidad de signos y portentos falsos, diseñados más bien para distraer y confundir, más difícil será el darse cuenta y comprender los verdaderos signos y portentos, filtrar la información necesaria entre tanto ruido.
¿Cuáles son estos signos y portentos falsos? Para comenzar a comprender, conviene pensar en la propaganda política, la comercial y anuncios de todo tipo. Con los omnipresentes que son los medios de comunicación masiva, sobre todo la malvada televisión, el entorno se llega a saturar constantemente con signos y portentos falsos, pagados y diseñados, cuyo propósito básico es vender algo, un producto o un programa. Naturalmente, como están con tal intención, semejantes signos y portentos son más vistosos, coloridos, ruidosos, oropeleros, que los quizá muy sutiles y parduscos signos y portentos espontáneos. De hecho, tras aquéllos hay toda una ciencia de psicología propagandística dirigida a captar la atención de uno, Cuantas más cosas existen compitiendo ante nuestra atención, naturalmente, más difícil será el destacar y reconocer algo realmente portentoso, un verdadero signo en el camino. Es por esta razón que yo evito la propaganda lo más posible, para no dejarme distraer la atención del mundo real y portentoso. Así que no tengo televisor en casa, sólo enciendo mi radio de onda corta cuando hay algo específico que quisiera seguir, aunque por norma, lo voy a querer seguir, no sea la noticia en sí, sino el programa tras ella, es decir, la manera en que se presenta aquella información… Es este programa lo que en verdad se esta vendiendo.
Es fácil conceptualizar la propaganda política y comercial como signos y portentos falsos, aunque representan sólo una parte del mundo de falsos portentos. Todo lo que se ofrece en venta bajo título de “noticia” o “información cotidiana” viene a ser también un montaje de propaganda, de signos y portentos falsos. Así se distrae la atención del consumidor hacia lo que se supone que es importante o significativo, a la vez que se establecen pautas y límites a los que se debe y puede mencionar y discutir “seriamente”. Entonces es noticia importante cualquier desastre o siniestro, sea de donde sea, cualquier crimen o accidente macabro; a la vez que no es noticia el echo de que se está llegando al pico de producción petrolífera, lo cual significa el comienzo del final para la “civilización industrial” o “tecnológica”, que es sólo el artefacto de una abundancia de energía barata, y que pronto será cosa del pasado. La idea, por supuesto, es distraer la atención completamente de algo realmente catastrófico, mientra se mantiene a la gente asustada por la “falta de seguridad”. Así, por un lado se puede tapar una falta de liderazgo real, mientras se justifica la extensión de los sistemas de control a favor de la “seguridad nacional”. Sobre la marcha, llena de cosas irrelevantes. Tal hecho va hacer que uno no pueda prestar atención a los verdaderos boletines informativos del universo. En vez de actuar por instinto, por corazonada, como seres vivos y libres, la gente entonces optaría por comprar uno otro programa que los propagandistas le están vendiendo subliminalmente. Las drogas chamánicas amenazan directamente a los sistemas de control precisamente porque ponen la atención de uno en el presente, donde uno puede percatarse de la información verdadera y viva, por la cual está siempre rodeado. Por otro lado, también puede funcionar como otro canal de entretenimiento lleno de información falsa, que proviene de las mismas creencias e ideas del individuo.
Fuente: Revista Cañamo.
Traducción: Gaspar Fraga.
Trascripción: Wraunm (gracias)
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Comentarios (1)
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