Sexo y droga en las escenas censuradas de Avatar

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Entre las escenas, comercialmente autocensuradas, que no aparecen en el montaje final de “Avatar,” la tridimensional superproducción de James Cameron, encontramos un par de episodios en los que el protagonista altera su percepción mediante el uso de sustancias embriagantes, así como un incremento de temperatura en el encuentro sexual de la película. Estas escenas aparecerán en el DVD del film.

Ebriedad colectiva

La tribu na’vi se reúne alrededor de una hoguera bajo su árbol sagrado para celebrar la fiesta de la caza. Durante el baile circula entre los alienígenas azules un cuenco con una sustancia intoxicante similar a la kawa kawa (Piper methysticum), planta utilizada como ansiolítico, que ejercía una importante función social entre los nativos de las islas del Pacífico al llegar los europeos en el siglo XVIII. Tsu’tey ofrece a Jake el recipiente. El protagonista propina un trago largo entre los vítores de los jóvenes cazadores de Pandora.

A continuación, le toca el turno a Tsu’tey, que hace lo propio y arroja el cuenco vacío sobre una montaña de cuencos junto a la hoguera. Mientras baila con Neytiri, Jake permite que el flujo de tambores y canto le atraviese y se deja llevar, danzando desde dentro, canalizando con su cuerpo la energía primigenia. Abandonados al compás ancestral, Jake y Neytiri entretejen sus miradas, ajenos a los vaivenes externos.

Un viaje psicodélico

En otro punto posterior del guión, durante uno de los ritos de paso de la tribu, Jake ingiere un gusano sagrado y posteriormente recibe la picadura de un escorpión alienígena. Esta combinación le provoca una psicodélica experiencia de carácter místico, en claro paralelismo con los efectos que genera la mezcla conocida como ayahuasca, combinación de plantas cuyos principios activos son la DMT y un IMAO.

La conquista de la visión transcurre descendiendo por la espiral hasta el vientre del planeta, en medio de un círculo formado por cazadores y ancianos. Cuando el resplandeciente gusano y el aracnoide hacen su efecto, Jake ve los rostros de la tribu deformados, amenazantes. Observa sus manos. Se alejan. También su cuerpo, el suelo y el círculo de guerreros na’vi aparecen distantes. El espacio y el sonido se distorsionan.

Entonces, los miembros de la tribu se transforman en fulgurantes árboles kilométricos, de un esplendor espectral. Su propio cuerpo se desfigura: sus dedos se convierten en ramas, y sus piernas en raíces que se extienden como dendritas conectadas con el gran cerebro de raíces arbóreas.

Jake vomita, se contorsiona, agoniza, araña el suelo, se revuelca en el fango. Sobre el pico de una montaña flotante le arropa una gigantesca sombra. Es del gran leonopteryx, su animal de poder. La negrura de su pupila llena el universo. Jake vuela sobre el paisaje de Pandora, pero el bosque aparece devastado, con pequeños fuegos entre humeantes árboles carbonizados. Finalmente, el animal vuela majestuosamente, resonando con la eternidad.

La nueva droga tecnológica

Desde los festivales de música electrónica de los años 60, las nuevas tecnologías han seguido reinventando y enriqueciendo la psicodelia hasta depurar su esencia e instaurar su lenguaje en los medios de comunicación. El cine no supone una excepción: recientes estrenos como “Número 9″, “Enter the Void”, “El imaginario del doctor Parnassus” o “Alicia en el país de las maravillas” de Tim Burton desbordan tintestriptamínicos.

La llegada del 3D y la realidad virtual acentúan la tendencia, eliminando la frontera entre drogas y tecnología. La más avanzada nanotecnología se confunde con la microscópica maquinaria que compone los alcaloides procedentes de plantas y hongos, con capacidad para modular la neurotransmisión cerebral y ampliar las barreras de la percepción.

El flirteo de Hollywood con el subconsciente cultural nos presenta mundos encantados y dimensiones ocultas del conocimiento tras la realidad consensuada. “Avatar” añade, además, un nuevo nivel de riqueza visual psicodélica, y su guión glorifica la cosmovisión chamánica de los pueblos indígenas.

Para penetrar en la encarnación alienígena de sí mismo, Jake debe vaciar su mente, conectándose a un aparato desde el que su consciencia es proyectada tecnológicamente. La vida de una realidad es el sueño de la otra. Al caer dormido, sintoniza con una ancestral tierra encantada, escondida en el inconsciente cultural, lo que le provoca una transformación interna, aprendiendo a percibir la sacralidad de la Naturaleza, que se erige como madre protectora.

Paralelamente, la experiencia enteógena supone un viaje entre dimensiones, una disolución de barreras entre realidad e imaginación, entre locura y cordura. La cultura na’vi, al igual que otras culturas chamánicas, cree en una “red de energía que fluye a través de todos los seres vivos”, prestando devoción a los espíritus de los animales. A través del árbol de las almas se conectan con el alma planetaria para formar parte de la consciencia colectiva.

Igor Domsac

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