Reflexiones acerca de Marías y Santas
(Tiempo estimado de lectura: 7 minutos)Me he animado a escribir este artículo motivado por una serie de observaciones y reflexiones, que hace tiempo me estoy haciendo acerca de los distintos contextos y usos del cannabis, y que considero positivo compartir.
Dejando aparte el contexto terapéutico, al pronunciarse sobre este tema parece que haya solamente dos puntos de vista antagonistas: el de los prohibicionistas sistemáticos por un lado, y el de los que defienden la total inocuidad del cannabis, sea formato hashish o marihuana.
Antes de proseguir considero conveniente definir al lector mi posición en lo que refiere al uso de sustancias psicoactivas, y es que cada uno es libre de hacer lo que venga en gana mientras no moleste a nadie. Es un tema personal e intransferible. Cada uno tiene una tolerancia distinta y debe encontrar su propia relación de equilibrio saludable con las sustancias con las que desee experimentar, así como ser muy honesto consigo mismo para discernir los efectos, aportaciones y limitaciones que el uso de estas sustancias provoca a cada uno en las distintas etapas vitales.
Personalmente he tenido relación con el cannabis y otras sustancias psicoactivas desde hace mas de 30 años y esta relación ha pasado por distintos procesos. Aparte de detalles y vivencias personales, unas más agradables que otras, que prefiero no hacer públicas por motivos obvios, he fumado muchísimo algunas temporadas, otras he fumado poco, he sido defensor acérrimo de su inocuidad, otras épocas he cultivado mi propia hierba, y temporadas que he dejado de fumar.
A raíz de varios viajes, he podido ver y experimentar los usos que se le da al cannabis en distintas culturas y contextos. Lo que me llama la atención es cuando su uso está relacionado, aparentemente, con una búsqueda o experiencia espiritual. A estos contextos dedico el presente artículo…
India
Recuerdo que hace años, a finales de los 80, viajé a India. En este momento yo llevaba una temporada sin fumar y me cuidaba bastante. Fui con un amigo al norte, a los Himalayas, y estuvimos haciendo montañismo por la zona. Al final del viaje coincidimos con una peregrinación a la cueva de Amarnath, situada a 4200 mts, en la región de la Cachemira hindú. Fue el clímax de una experiencia demoledora para mis valores y recuerdo que me costó mi trabajo reencontrar un nuevo equilibrio.
Allí caminando a más de 4000 mts, nos topamos repetidamente con los sadhus, los ascetas que se pasan la vida peregrinando al margen del mundo y la sociedad. Tuvimos ocasión de compartir muchos encuentros y momentos con ellos. A mi edad y circunstancias del momento, — yo era un inquieto chaval rebosante de idealismo que leía a Hesse y Castaneda —, estos ascetas y su forma de vida ejercieron una fascinación que me provocó mas de un dolor de cabeza. Bamboleeeeee… Oooooooom Shivaaaaaaa… y el chilom corría … A raíz de estos encuentros con aquellos hombres tan espirituales y desapegados volví a darle al canuto. Si estos tíos tan elevados fuman, señal que es bueno — pensaba.
Pasaron los años y las perspectivas han ido moldeándose. Durante estos años he conocido otros hindús, también muy espirituales, así como varios maestros orientales de artes marciales y meditación, que no aconsejan en absoluto el uso regular de cannabis fumado.
A parte de lo que unos aconsejen y otros no, lo que vale es el criterio personal sobre los efectos experimentados tanto en uno mismo como observando a otros. No todos los sadhus fuman cannabis, ni mucho menos, y no todos los que fuman lo hacen todos los días durante todo el día. La dosis hace el veneno y quizás no estaría de más plantearse si llevar una vida de ascetismo y renuncia que comporte ir colocado cada día durante todo el día, no tiene que ver mas con una actitud de disidencia que de evolución espiritual. Lamentablemente esta actitud de disidencia es fácilmente observable entre muchos jóvenes occidentales, y no tan jóvenes, que consumen de cannabis habitualmente.
Amazonia
Después de varios años y viajes por Asia, sobretodo a India, a mitad de los noventa, empecé a viajar a Perú y desde entonces viajo allí casi todos los años por motivos profesionales. He pasado temporadas largas allí, tanto en la costa como en los Andes y la Amazonia.
He tenido la ocasión de conocer varios curanderos y vivir varias e intensas experiencias con plantas sagradas, sobretodo con la wachuma (San Pedro), tabaco y ayahuasca, además de varios retiros o “dietas” en los que se consumen otras plantas, algunas muy potentes, llamadas “maestras”, y cuyos efectos no tienen nada que ver con el tomillo o té. Sobre estas “dietas” publiqué un artículo en la revista Ulises 11.
Para los curanderos y ayahuasqueros tradicionales amazónicos, el consumo de cannabis está totalmente desaconsejado. Según ellos es incompatible con el uso de la ayahuasca, y por supuesto no se usa dentro de las ceremonias.
Puede que estos conceptos estén vinculados a motivos culturales, como puede estarlo la presencia de mujeres menstruando en una ceremonia o las restricciones sobre tener relaciones sexuales los días previos y posteriores a la sesión. Los contextos tradicionales y occidentales son distintos, y hay conceptos tradicionales que a mi entender requieren flexibilidad para adaptarlos al contexto occidental. Sin embargo, en lo referente al uso del cannabis, mi percepción y experiencia me lleva a considerar que no van desencaminados.
A raíz de un retiro que hice hace años cerca de Tarapoto, en la alta Amazonia peruana, dejé de fumar totalmente durante una temporada, por curiosidad, pues a pesar de que en esa época fumaba muy poco, lo hacía regularmente. Los curanderos me aconsejaron hacer la prueba y observar los cambios. Realmente cuando llevas años fumando a diario, aunque solo sea un porrito antes de acostarse, el hecho de aparcar el consumo provoca unos cambios positivos inmediatos.
Obviamente el consumo diario de cannabis no conlleva los efectos dramáticos y evidentes de deterioro físico que provoca el consumo regular de otras sustancias como la cocaína, heroína o bazuco, pero si existen unos efectos mas sutiles que nadie puede negar, y que salvo excepciones puntuales, son comunes incluso en las personas con mas tolerancia: bloqueo del recuerdo de los sueños nocturnos, menor claridad mental y capacidad de enfoque, dispersión, confusión y tendencia a despistarse, perdida de la memoria, levantarse con la sensación de cierto embotamiento mental, menor capacidad de acción y reacción, disminución de la voluntad, tendencia a posponer decisiones y obligaciones, dificultad para concretar y materializar ideas, etc.
Además, y considero que es un detalle significativo, muchos consumidores habituales de cannabis afirman rotundamente que no genera adicción y que pueden dejar de consumirlo cuando quieran. Pero la realidad es muy distinta y no es tan fácil para muchos, sea por inercia, falta de propósito o quizás por una adicción sutil y encubierta.
Creo que todos podemos estar de acuerdo en que no es habitual que el consumo de ayahuasca se realice en un contexto lúdico o recreativo. Es una experiencia demasiado poderosa a mí entender, así como no exenta de riesgos, para realizarla fuera de un contexto adecuado y seguro. Sin embargo, el uso del cannabis generalmente es lúdico, al menos como se consume habitualmente en Occidente.
La incorporación del uso del cannabis dentro de algunos ceremoniales de ayahuasca es algo reciente. A principios de siglo pasado surgieron varias iglesias sincréticas, sobretodo en Brasil, que utilizan la ayahuasca como sacramento. A pesar de que estas iglesias no usaban la marihuana inicialmente, la afluencia de occidentales favoreció que alguna de estas iglesias incorporara su uso dentro de los rituales y pasara a llamarse Santa María.
Al parecer potencia los efectos de la ayahuasca y realmente lo he podido experimentar. Combinar estas dos sustancias dentro de un marco ceremonial, tradiciones aparte, es totalmente legitimo y respetable, aunque no tengo tan claro si es necesario potenciar los efectos de una sustancia ya de por si potente como es la ayahuasca, y mas teniendo en cuenta que muchos de los brotes sicóticos ocurridos en este contexto, han sido provocados por su combinación con la marihuana, por muy santa que sea esta última.
Beatificar o santificar demasiado a una planta y su uso sistemático, puede alejarnos de una visión lo suficientemente critica y objetiva como para no querer ver sus efectos negativos que su uso continuado conlleva, llevándonos a revestir el sutil, aunque poderoso, enamoramiento que provoca la hierba. Una cosa es consumir marihuana dentro de una experiencia puntual, sea ceremonial o lúdica, y otra cosa muy distinta es el hábito, la rutina, el fumar cada día durante todo el día, y hay que ser muy consciente de la fina línea que separa estos usos e intencionalidad.
Consagrarse un día tras otro a Santa María fumando un tremendo porro de hierba nada mas levantarse, quizás me recuerda la actitud de disidencia y de simple evasión que pude observar en algunos sadhus de la India, y puede ser muy engañoso para muchas personas, tenga la tolerancia que tenga cada una. Existe el riesgo de que esta beatificación favorezca una coartada para que muchos fumetas pasen el día colocados, y no se que tiene de espiritual esto. Creo que es conveniente llamar las cosas por su nombre y que es precisamente aquí donde existe el riesgo de autoengaño al disfrazar una posible dependencia o simple colocón de algo espiritual.
Estamos hablando pues de crecimiento espiritual y evolucionar como seres humanos para desarrollar nuestros potenciales. Nuestros mundos internos y externos nos enfocan en una dirección u otra. Hay acciones, pensamientos y actitudes, que favorecen un desarrollo y otras que precisamente lo frenan, y esto es válido muy especialmente para las sustancias psicoactivas. Mantener un equilibrio a base de una de cal y otra de arena, de pasito adelante y pasito atrás, esta muy bien para temporadas en las que uno necesita encontrar un nuevo equilibrio, aunque lo ideal a mi entender, es que este equilibrio sirva de palanca hacia una nueva fase de evolución.
Estoy convencido de que, a pesar de no ser ni mucho menos panacea para todos y para todo, el uso ritual de la ayahuasca y la correcta integración de la experiencia puede favorecer, potenciar y acelerar un desarrollo personal a varios niveles, y también estoy convencido de que la rutina del consumo diario de cannabis puede frenar esta evolución en muchas personas. Y esto, si queremos ser coherentes, hay que tenerlo muy en cuenta.
Ramón Puig
Diciembre de 2010
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Comentarios (1)
totalmente de acuerdo, porque la naturaleza es sabia y nuestra consciencia no otorga sentido común, pero la voluntad requiere esfuerzo.