El tambor chamánico, Mircea Eliade
(Tiempo estimado de lectura: 4 minutos)El tambor asume un papel de primer orden en las ceremonias chamánicas. Su simbolismo es complejo; múltiples sus funciones mágicas. Es indispensable para el desarrollo de la sesión, ya conduzca al chamán al “Centro del Mundo”, ya le consienta volar por los aires, ya convoque y “aprisione” a los espíritus, o ya, por último, que el tamborileo permita al chamán concentrarse y volver a establecer un contacto con el mundo espiritual que se dispone a recorrer.
Se recuerda que muchos sueños iniciáticos de los futuros chamanes llevan aparejado un viaje místico al “Centro del Mundo”, a la residencia del Árbol Cósmico y del Señor Universal. Con una de las ramas de este Árbol, que el Señor deja caer para ello, el chamán fabrica la caja de su tambor. La significación de este simbolismo nos parece que surge con bastante claridad del conjunto del cual es parte: la comunicación entre el Cielo y la Tierra por medio del Árbol del Mundo, esto es, por el Eje que se halla
en “Centro del Mundo”. Por el hecho de que la caja de su tambor está sacada de la propia madera del Árbol Cósmico, el chamán, al tañerlo, es proyectado mágicamente cerca de ese Árbol: es proyectado al “Centro del Mundo”, y, por el mismo impulso, puede ascender a los Cielos.
Desde este punto de vista, el tambor puede ser identificado con el árbol chamánico de múltiples peldaños por el cual el chamán sube simbólicamente al Cielo. Trepando por el álamo, el chamán se aproxima al Árbol del Mundo y después sube efectivamente a él. Los chamanes siberianos tienen también sus árboles personales que no son sino representantes del Árbol Cósmico; algunos utilizan asimismo “árboles invertidos”, esto es, clavados por sus raíces en el aire, y que, como se sabe, son uno de los símbolos más arcaicos del Árbol del Mundo.
Todo este conjunto, unido a las relaciones ya notadas entre el chamán y los álamos de las ceremonias, muestra la solidaridad entre el Árbol Cósmico, el tambor chamánico y la ascensión celeste.
La misma elección de la madera con la que se hará la caja del
tambor depende únicamente de los “espíritus” o de una voluntad trans-humana. El chamán ostiaco-samoyedo coge su hacha y, cerrando los ojos, entra en un bosque y toca un árbol a la ventura; de éste sacarán sus compañeros la madera para la caja, al siguiente día.
…También se procede a la “animación del tambor” rociando su caja con alcohol. Entre los Yakutes se recomienda escoger un árbol herido por el rayo. Todas estas costumbres y precauciones rituales muestran claramente que el árbol concreto ha sido transfigurado por la revelación sobrehumana y que en realidad ha dejado de ser un árbol profano y simboliza al propio Árbol del Mundo.
La ceremonia de “animación del tambor” es sumamente interesante. Cuando el chamán altaico lo rocía con cerveza, el aro se “anima” y, por conducto del chamán, cuenta cómo el árbol del cual formaba parte creció en el bosque, cómo fue talado, traído al pueblo, etc. Después el chamán rocía la piel del tambor y ésta “animándose”, cuenta también su pasado. Por medio de la voz del chamán, el animal habla de su nacimiento, de sus padres, de su infancia y de toda su vida hasta que el cazador lo mató. Termina asegurándole al chamán que le prestara muchos servicios.
…Todas las imágenes de los tambores están dominadas por el simbolismo del viaje extático, esto es, por los viajes que suponen una ruptura de nivel y, por tanto, un “Centro del Mundo”. El redoble inicial de la sesión, destinado a evocar los espíritus “encerrarlos” en el tambor del chaman, constituye el momento preliminar del viaje extático. Por este motivo se dice que el tambor es el “caballo del chamán”. …La idea del viaje extático se encuentra también el nombre que dan a su tambor los chamanes de los Yurak de la tundra: arco o arco cantante. Según Lehtisalo y Harva, el tambor chamánico servía originariamente para echar a los malos espíritus, cosa que se podía hacer también valiéndose de un arco. Es totalmente exacto que el tambor se utiliza a veces para expulsar los malos espíritus, pero en semejantes casos su empleo particular se ha olvidado y se acude a la “magia del ruido” con la que se expulsa a los demonios. Tales ejemplos de modificación de función son bastante frecuentes en la historia de las religiones. Pero no creemos que la función originaria del tambor haya sido la de expulsar espíritus. El tambor chamánico se distingue precisamente de los demás instrumentos de la “magia del ruido”, porque hace posible una experiencia extática. Que ésta, en sus orígenes, fueron preparada por el encanto de los sonidos del tambor, encanto que era valorado como “voz de los espíritus”, o que se haya llegado a una experiencia extática después de la extrema concentración suscitada por un redoble prolongado, es un problema que no afrontamos de momento. Pero hay un hecho cierto; es la magia musical la que ha decidido la función chamánica del tambor, y no la antidemoníaca magia del ruido. (*)
(*) Fuente: Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, Ed. Fondo de Cultura Económica, México.
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