Uso de marihuana en sesiones de ayahuasca
(Tiempo estimado de lectura: 13 minutos)Por Arnaldo Quispe.
La marihuana (cannabis sativa) es una planta sagrada y medicinal de uso milenario. Probablemente originaria de la Asia antigua, por los hallázgos arqueológicos encontrados en China, Nepal y Mongolia, que datan de hace 5000 años aproximadamente. Se cree que su uso desde la antiguedad estaba relacionado a rituales mágico-religiosos a cargo de los chamanes locales. No hay evidencias de un consumo social generalizado.
Hoy se debate en el mundo su legalización para uso personal y la posesión privada de pequeñas dosis. Se la clasifica como sustancia psicoactiva “suave”, “ligth” o “recreativa”, y tiene claramente divididos a promotores y detractores de su consumo. Hay países que han legalizado el uso controlado y las leyes locales o regionales de algunos países, admiten el consumo básicamente medicinal de la planta. Como es obvio, hay países con leyes y sanciones severas que prohiben su uso y comercialización.
Este artículo no pretende alentar el consumo, ni alejarse de él. No se trata de estar a favor o en contra como para dar salida a una respuesta rápida o urgente. La motivación original del presente artículo pasa por responder algunas preguntas formuladas con anterioridad, por parte de algunos amigos y lectores que específicamente desean conocer si es o no conveniente el uso de marihuana fumada en sesiones de ayahuasca.
Quiero aclarar que particularmente no soy experto en el uso combinado de plantas maestras de diversas regiones del mundo, ni mucho menos en el consumo ceremonial de la marihuana y que no hay mayor autoexperimentación de sus efectos. Por lo cual, mi aporte pudiera ser parcial y pasar por el terreno de la opinión, que es la puerta que deseo atravesar a fin de responder y mejor aún, dar algunas pautas como correspondería a cualquier ciudadano común, que desea aportar. Como repito, las líneas expuestas en este escrito se dan a modo de “opinión personal” y en alguna medida, como “profesional” y desearía que se tomaran en cuenta bajo esa perspectiva.
Algunos años atrás el médico francés Jacques Mabit, fundador del Centro Takiwasi de Perú –que combina la investigación de medicina tradicional amazónica y tratamiento de toxicomanías- publicó en 1997 un artículo en la revista del centro: “Marihuana, Angel o demonio”, creando una tercera postura con la que podría –en cierta medida- estar de acuerdo. Por una parte, no sataniza el uso de marihuana, pues se trata de una planta sagrada y como toda planta, es poseedora de un espíritu y merecería respeto. Por otra parte, el consumo que va incrementándose gradualmente hasta hacerse incontrolado, hace suponer que presentaría características adictivas comunes a otras “drogas”, sobre todo si consideramos las consecuencias que produce en el usuario. La marihuana es una planta cuyo uso no guiado-terapéutico atraparía “de a poco”, envolviendo mentalmente al sujeto hasta convertirlo en un filósofo encerrado en sí mismo. Millones de consumidores de marihuana harían suponer millones de filosofias egocéntricas, sin una base sustancial bajo el amparo de la realidad. La mayor incomprensión hacia el abusador a la sustancia, es la incongruencia entre su sofisticada y elaborada filosofía de vida y su relación con una coexistencia basada en la realidad, es decir una desarmonía entre diversos componentes que conforman la vida en vigilia simple, concreta y cotidiana: vida académica, social, laboral, familiar, de pareja y hasta recreativa.
Deseo apoyar mi opinión personal, en mi experiencia profesional de psicólogo de adicciones, pues es la actividad que he ejercido luego de la licenciatura profesional, desde hace ya 15 años, cuando comencé a desempeñarme como promotor en diversos programas preventivos dirigidos a la comunidad en la Ong. CEDRO de Lima, motivo por el cual pude conocer de cerca diferentes realidades locales y regionales. Luego de estos primeros pininos de labor comunitaria, tuve la suerte de ingresar a trabajar en diversas comunidades terapéuticas para toxicomanías de la ciudad de Lima y Tarapoto en la selva peruana. Conocí tres modelos diferentes de intervención aprendiendo desde el núcleo interior de cada uno de ellos. En primer lugar, ingresé a trabajar en una clínica de toxicomanías con un modelo eminentemente médico-psiquiátrico a cargo del Dr. Humberto Napurí alcohólogo destacado del Hospital “Guillermo Almenara” de Lima. Su clínica privada se llamaba “Integración” y se ubicaba en las playas de sur de Lima. Luego, tuve la oportunidad de ofrecerme de voluntario en un programa promovido por la Iglesia Católica peruana, ubicado en el distrito de Lurín en el Cono Sur de Lima. El “Programa San José”, presentaba un modelo de casa abierta, con una base eminentemente religiosa, de oración y retiro espiritual. Posteriormente, gané un concurso público para poder desempeñarme como psicólogo en Tarapoto, ciudad de la selva alta peruana, en donde se ubicaba un centro piloto de gran prestigio llamado Takiwasi, proyecto que en un inicio fué financiado por la comunidad europea y el gobierno francés. Los años que me desempeñé en Takiwasi como psicólogo y coordinador terapéutico me marcaron para toda la vida, yo digo que hay un antes y un después luego de haber ingresado a trabajar en ese centro, del cual en la actualidad conservo grandes amistades. Fue en Takiwasi donde gracias a la convivencia y el trabajo cotidiano pude conocer la medicina tradicional amazónica de cerca y a los chamanes de diferentes regiones de la selva. En síntesis, llevo una cuenta personal, si la memoria no me engaña de haber tratado psicológicamente a no menos de 150 pacientes toxicómanos, en los quince años que llevo ejerciendo la profesión: personas por abuso de cocaína, PBC, heroína, marihuana, alcohol, tabaco, ácidos, fármacos, polidependientes (más de una sustancia) y duales (con psicopatología). A lo cual, deseo agregar la experiencia en el terreno de la codependencia (atención familiar) y ludopatías (juego compulsivo).
Perfil psicosocial del consumidor de marihuana
El consumo de marihuana presenta elementos comunes al abuso de otras sustancias psicoactivas. Jacques Mabit propone una propuesta de perfil psicosocial de la dependencia a la marihuana que según mi opinión continua vigente (Mabit, J., 1997), en donde el usuario luego de un período de tiempo de consumo comienza a evidenciar algunos cambios personales, tales como:
a) distorsión paulatina de la percepción de la realidad: la lentitud y sutileza de este fenómeno no permite al sujeto identificarlo y concientizarlo oportunamente. El sujeto parece ignorar su propia transformación desde la condición de uso recreativo hasta el consumo habitual.
b) fenómeno de “mentalización”: el campo perceptual se focaliza a nivel mental, borrando imperceptiblemente el afecto emocional. El sujeto sustituye progresivamente su “corazón” por su “mente”. Confunde “sentir” y “pensar”. Los curanderos dirían que la energía se ha concentrando en la cabeza.
c) desencarnación: la hiperactivación mental proporciona la sensación de resolver numerosos problemas, tener ideas “geniales”, entender cosas complejas. Sin embargo es característico observar que esos mismos sujetos tienen extremas dificultades en concretar esas ideas y realizarlas en la cotidianeidad. Se podría ilustrar diciendo que el sujeto se dilata en forma aérea y pierde el enraizamiento en la tierra, por tanto tiende a desmaterializarse.
d) proyección en una realidad virtual: el adicto a marihuana llega a creer que pensar y vivir es lo mismo. Una gran parte de su ser se invierte en un mundo imaginario o virtual sólo por él percibido o compartido en forma evanescente con los compañeros de consumo. Este aspecto dramático abarca la esfera de lo espiritual encarnada en un mero ensueño etéreo, un raciocino tal vez brillante pero incongruente con la vida cotidiana, sin compromiso con la realidad ordinaria. Recrea simbolismos, conexiones, interpretaciones que nunca llegan a tener la sustento en la realidad. De ahí nace un apetito por todo lo esotérico, lo mágico, los mundos paralelos… que permiten mejor evadir el aquí y ahora.
A este perfil inicial agregaría algunas otras características como:
e) autoengaño: pues en un inicio hay un mecanismo de negación primario y rechazo a cualquier forma de ayuda, la persona tiende a negar cualquier problema y prevalece una actitud de control sobre todo tipo de situaciones eventuales, producto de una sustancia que de a poco lo va seduciendo y se va impregnando en el cuerpo, sin que el usuario pueda darse cuenta. En suma la persona no es consciente del problema. Esta característica coincide con la etapa precontemplativa (Prochaska & DiClemente, 1994), en donde la persona no percibe el problema como real y siente que tiene el poder para controlar toda forma de consumo.
f) anhedonia: con el pasar del tiempo y a mayores dosis de consumo los usuarios pierden interés en experimentar placer en casi todo tipo de actividades, pues la centración mental es desbordante. La sustancia que en un inicio daba la sensación de ser una exquisita forma de acompañar pic nics, fiestas, drinks, surf, sexo y miles de aventuras, sutilmente va cambiando de forma y sustituyendo el placer sensorial y social por un modelo marcadamente virtual, propio del dependiente.
g) autoexploración desesperada: el consumidor realiza intentos por explorar otras fuentes de placer “mental”, su estado de insatisfacción se incrementa y dado que todo se encuentra bajo su “control”, se permite beber y consumir otras sustancias, cree haber descubierto la varita mágica que controla el mundo del consumo combinado de las drogas. Llegado a este punto no se hace problemas en inhalar cocaína para alzar los ánimos o fumar algún derivado como la PBC (pasta básica de cocaína) o beber ingentes cantidades de alcohol, como para continuar con el ritmo depresor de estas sustancias. La mayoría de dependientes a cocaína o PBC tuvieron como droga “puerta” a la marihuana. Esto último hace suponer llegar a la polidependencia (consumo combinado de diferentes sustancias), en donde la marihuana solo tuvo un rol inicial importante. ¿Es acaso la marihuana la droga de iniciación por excelencia?.
h) manipulación: muchos consumidores desarrollan una gran habilidad para inventar historias, para justificar sus motivos y para controlar el entorno. Muchas veces recurren a la mentira, debiendo inventar una mentira mayor para cubrir una menor, y así sucesivamente. Juegan al papel de controlar y dominar a las personas más cercanas, utilizando básicamente el “chantaje” emocional para lograr sus cometidos y la complicidad generalmente “maternal”. Generalmente es el propio familiar o pareja que cubre sus propios vicios, quién “tapa” sus mentiras y por increíble que parezca termina por colaborar en el propio suministro de la droga (otra característica de la codependencia). Fritz Perls, creador de la terapia gestáltica consideraba que las palabras, cuando se utilizan para”explicar” y alejarse de lo evidente o de la realidad, son más una carga que algo útil. El las comparaba con el excremento, por lo que en el enfoque gestáltico distingue tres tipos de “blá, blá,blá”: Caca de Gallina, que vienen a ser los comentarios superficiales, las palabras innecesarias que adornan el discurso; Caca de Toro, el bla, bla bla se hace más sofisticado y hay mayores racionalizaciones, excusas, conversaciones amenas pero inauténticas; y Caca de Elefante, cuando “filosofamos”, hablamos de “la vida”, teorizamos sobre nuevos modelos de cambio pero sin vivirlo, explicamos el por qué de la sociedad y el mundo, etc.
i) víctima: congruente a la manipulación el dependiente a marihuana juega un rol de víctima: de las circunstancias, de la familia, de su pasado, de la sociedad, del sistema, asume una postura eminentemente defensiva, por el cual el mundo confabula contra él y debe defenderse de cualquier manera, su “pseudomundo” construído interiormente, no puede ser amenazado de ninguna manera y muchas veces recurre a la manipulación, proyección (culpar a los demás), el chantaje, mentira, robo y la agresión para lograr sus objetivos. En su rol de víctima puede causarse pequeñas lesiones, provocarse crisis, enfermarse hasta somatizar, deprimirse y dejar de comer para llamar la atención y hasta amenazar con suicidarse, etc.
Sesiones de ayahuasca controladas
La ayahuasca (Banisteriopsis caapi) literalmente “soga del muerto” en quechua, es una planta maestra visionaria de la cuenca amazónica (enteógena), y viene siendo usada desde tiempos remotos por los maestros curanderos y vegetalistas (maestros de las plantas) para sus sesiones de curación. El efecto purgativo y visionario de la planta hace que se la considere como un recurso terapéutico ideal, siempre y cuando se respeten las variables del “contexto” de la medicina tradicional amazónica. Algunas de las pautas comúnes que recomiendan los maestros amazónicos serían: conservar la puntualidad, respeto hacia el contexto, preparación física, higiene y dieta previa, abstinencia sexual, abstinencia al consumo de otras sustancias, etc.
Los maestros curanderos trabajan de modo peculiar, tienen propios estilos y modos de hacer medicina tradicional, pero normalmente coinciden en pautas comunes como las ya antes señaladas. Fuera del contexto amazónico, el uso indiscriminado de ayahuasca ha llegado a las ciudades, en donde no siempre se conserva el protocolo terapéutico sugerido de la planta sagrada. El fenómeno desbordante y espiritual de la “nueva era”, presenta un nuevo escenario de antropología urbana, en donde es común encontrar “pseudomaestros” o personas inescrupulosas que negocian las sesiones de ayahuasca al mejor postor, pudiendo atender ilimitadamente a decenas de nuevos usuarios, sin control terapéutico previo ni posterior. El objetivo parece ser monetario, puesto que la compra y venta de ayahuasca se ha convertido en un “business” innovador con rango internacional. A ello se suman los “chamanes gringos”, improvisados consumidores extranjeros, que transportan ayahuasca (bajo pena de arresto si son descubiertos) y que por lo general, terminan brindando sesiones “multiplantas” sagradas (un cóctel con el uso adicional de San Pedro, peyote, amapola, marihuana y hasta hongos) en sus respectivos países. Eventos con los cuales, los auténticos chamanes e iniciados en medicina tradicional amazónica difícilmente estarían de acuerdo.
Aún con todo lo anteriormente expuesto, la ayahuasca no es la bebida preferida de los toxicómanos. Los consumidores habituales de ayahuasca no presentan mayores dependencias a otras sustancias. Por lo mismo, no se ha probado ningún caso en el mundo de sindrome de abstinencia, dependencia o adicción a ayahuasca. Los casos de intoxicaciones agudas por ayahuasca son debido a su mal uso o abuso fuera del contexto terapéutico. Hay que imaginar la diferencia que existe entre la dosis controlada de la bebida amazónica que no debe sobrepasar los 30 a 50 mililitros por sesión, y al autoconsumo o abuso desmedido en donde no existen mayores pautas ni reglas que las del pago previo.
La ayahuasca es el nombre común de la planta y es al mismo tiempo el nombre de la bebida, esta requiere para su elaboración de simples medios naturales, pues se obtiene depurándola de la ebullición con agua sobrepuesta al fuego. No va a requerir de ningún ingrediente adicional, aditivo químico, compuesto o agente externo artificial, salvo las hojas de chacruna (Psychotria viridis) que generalmente se agregan paulatinamente. Hay innumerables formas de preparar la bebida ayahuasca, pero los ingredientes principales difícilmente cambian. Esto supone el uso combinado de la liana Ayahuasca y las hojas de chacruna. Sin embargo, algunos chamanes suelen preparar ayahuasca de acuerdo a sus propios recetarios, razón por la que agregan algunas otras plantas amazónicas como el tabaco o toé, llegando inclusive a agregar agua florida.
El uso de marihuana en las sesiones de ayahuasca
Según el Dr. Mabit: “Hay una total incompatibilidad entre el consumo conjunto de ayahuasca y de otras substancias psicoactivas (semi) sintéticas (mdma, anfetaminas, ecstasy, LSD, mescalina, etc.) o naturales-plantas sagradas (cannabis, peyote, San Pedro, amapola, etc.). Según los términos de los curanderos, “la ayahuasca es celosa”, no tolera las mezclas. De hecho la ayahuasca como brebaje ya posee una mezcla de plantas psicoactivas” (Mabit, J., 2001). En la medicina tradicional amazónica el uso o inserción de otras sustancias psicoactivas no sería congruente al contexto y protocolo chamánico. No tendría sentido mezclar más de un recurso medicinal si el uso milenario de la planta tiene una tradición y espacio propio, como no tendría sentido usar dos pantalones a la vez, una persona no podría dormir en dos camas distintas. Cada planta sagrada, llámese “maestra” o “enteógena” (Ott, J., 1979), tiene su propio contexto, su propio espacio y protocolo de uso tradicional.
En las sesiones de ayahuasca los maestros curanderos de las plantas pueden tolerar el uso de tabaco, a modo de cigarros conocidos en le selva como “mapachos” (tabaco puro y negro), como podrían aceptar ocasionalmente el “chacchado” de hojas de coca, pero de ninguna manera aprobarían el uso de drogas derivadas como PBC o cocaína u otras sustancias tóxicas. Los auténticos chamanes son cuidadosos de sus rebaños y curan cada detalle para optimizar el antes, durante y después de la sesión, y no se podría cambiar una tradición milenaria, que en lugar de perder el tiempo en buscar salidas o “tres pies al gato”, busca enriquecerce y dar a conocer al mundo, el amplio vademecum botánico medicinal de la región amazónica continental.
El consumidor de marihuana que desee participar de las sesiones de ayahuasca debe someterse previamente al protocolo de tratamiento común a todo toxicómano, esto es desarrollar una eficaz desintoxicación física, realizando para tales efectos las purgas necesarias de evacuación física y mental; Por otro lado, debe realizar las abstinencias del caso y la dieta previamente indicada. Los chamanes conocedores de la casuística por marihuana saben que se trata de pacientes con “mente dura”, y las purgas que inicialmente se suministran tienen como objetivo desarticular ese constructo mental impregnado por años de abuso de la planta. Los curanderos afirman así mismo, que estos mismos consumidores, han sido “irrespetuosos” con el espíritu de la planta sagrada (del cannabis), y por esa razón son “castigados” por la misma. Se sabe que una vez que estas personas logran ingerir ayahuasca, los primeros efectos no se evidencian en una primera o segunda sesión y que lo más probable, es que los primeros cambios positivos se observen luego de varias sesiones, conforme la “supermente” creada por la marihuana se vaya dispersando proporcionalmente al ingreso del espíritu de la ayahuasca.
Por estas razones y muchas otras que se expondrán oportunamente, –a modo de conclusión- no es posible el uso o consumo de marihuana en las sesiones de ayahuasca, como de ninguna otra planta sagrada ajena al contexto regional amazónico. La bebida preparada de ayahuasca presenta todos los componentes psicoactivos necesarios para una adecuada experiencia de cambio, siempre y cuando se la respete y se la use dentro del contexto terapéutico. De igual modo, ninguna persona podría ser excluída de las ceremonias de ayahuasca, ni siquiera los dependientes a sustancias como la marihuana, pero tendrían que respetar el protocolo, la preparación previa, las dosis y principalmente respetarse a sí mismos, pues la voluntad de cambio es la principal herramienta de curación, el arma sin la cual no se podría llevar a cabo ningún programa eficaz de tratamiento a cualquier patología en el mundo. El espíritu de la ayahuasca solo puede ingresar y vivir en aquellas personas que estén dispuestas a respetar su esencia, que es la esencia de la vida.
fuente: http://arnaldoquispe.blogspot.com/2010/08/uso-de-marihuana-en-sesiones.html
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Comentarios (3)
Qué interesante… no sabía hasta ahora qué pensaban de la marihuana los para mi “expertos” en esta materia. Me encanta la frase de que la Ayahuasca es celosa, y ahora entiendo el porque después de las ceremonias uno deja, casi por instinto, de consumir otras plantas como la marihuana.
es algo muy importante dejar de fumar y buscar a Dios porque el es nuestro padre
Uno de los pocos ariculos congruentes. En esta guerra occidental de conciencia. En esta guerra de marihuana. Angel o demonio?.
Jaques. Una ahuja en un pajar