Native American Peyote Church

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Son más de 40 las tribus de indígenas que en diversas partes de Estados Unidos y Canadá emplean el peyote con fines religiosos. Parece ser que los kiowas y los comanches fueron los primeros en introducir el uso sacramental de este cacto después de haber visitado a los indígenas del Norte de México. Como es bien sabido, los indígenas de Estados Unidos se han visto obligados a vivir en reservaciones desde la última mitad del siglo XIX y gran parte de su herencia cultural ha desaparecido.

Se cuenta que antes de este inevitable desastre, varios líderes indios, especialmente los de las tribus ubicadas en Oklahoma, empezaron a propagar en forma activa “un nuevo culto del peyote que se adapta a las necesidades de los grupos indígenas más avanzados de los Estados Unidos.” La exitosa propagación del culto generó una fuerte oposición entre los misioneros y los grupos locales del gobierno. La ferocidad de esa oposición alentó a los gobiernos locales a promulgar legislaciones represivas. Como bien observa Brau: “los propagadores del Peyote Cult, al incitar a buscar a la divinidad en el interior de sí mismo, no podían sino ganarse los anatemas de los defensores de una religión oficial, que identifica las leyes de Dios con las del Estado para justificar la perennidad de una sociedad expansionista.”

Con la intención de protegerse, cerca de cincuenta tribus se unieron en 1918 para fundar la Native American Peyote Church, cuya meta es “Proteger y promover la creencia en el Todopoderoso, estimulando la moralidad, la sobriedad, la industriosidad y el correcto vivir, mediante un uso sacramental del peyote.” En la actualidad se afirma que sus miembros sobrepasan los 250,000 y han conseguido que el gobierno más poderoso del mundo les reconozca su derecho a consumir peyote como una extensión del derecho a la libertad de culto que protege la Constitución estadounidense. Gracias a ello, los miembros de esta iglesia pueden cultivarlo, adquirirlo y distribuirlo legalmente.

Las ceremonias religiosas varían de una tribu a otra, entre los comanches de Oklahoma, por ejemplo, el culto se celebra en un tipi especial cuya puerta está orientada hacia el Este. En el interior hay un altar rudimentario hecho con arcilla en forma de media luna con las puntas mirando también hacia el Este. El chamán del culto es el Roadman (Hombre del Camino) o el Kapana karigwapi (Jefe Sentado del Oeste), que recibe ayuda del Kotowapi, (Guardían del Fuego) y el Tiroyawapi (Jefe del Cedro). Los instrumentos rituales están constituidos por una serie de tambores metálicos, calabazas que contienen grava y un silbato de madera o de hueso de águila. La ceremonia comienza al ponerse el sol. El jefe entra al tipi y se sienta al Oeste. Los demás participantes entran después de él, se orientan hacia el Sur y se trasladan de izquierda a derecha hasta encontrar un lugar desocupado. El Guardián del fuego lo mantiene ardiendo entre el altar de arcilla y la puerta. Tras el canto de introducción a la ceremonia, se suceden los demás cánticos acompañados por los tambores y la calabaza, instrumentos que van pasándose de mano en mano en el sentido de las agujas del reloj. Lo mismo ocurre con los mezcal-buttons que se consumen desde la apertura de la ceremonia hasta la media noche.

Las plegarias y cánticos terminan al amanecer, hora en que los participantes comparten un sustancioso desayuno antes de disgregarse para ir a cumplir sus respectivas obligaciones “con el alma en paz, y jubilosos de haber sentido entrar en sí a la divinidad.”

El antopólogo Weston Labarre, autor de El culto al peyote, piensa que “Acaso los aficionados al peyote hagan suya la frase del jefe comanche Quanah Parker, que alude a la superioridad del culto del peyote sobre el cristianismo: El hombre blanco va a la iglesia y habla de Jesús; pero el indio va a su tipi y habla a Jesús.”

Testimonios de la Iglesia Nativa Americana

Reuben Snake y Huston Smith compilaron el libro One nation under God: The triumph of the Native American Church (Santa Fe, Clear Light Publishers, 1996) que se originó con la finalidad política de ayudar a conseguir el derecho al uso sacramental del peyote, derecho que el Congreso aprobó antes de que el libro llegara a la imprenta, por lo que dicha publicación finalmente se convirtió en una celebración de la victoria de los nativos americanos y un testimonio del impresionante movimiento que promovieron para conseguir su meta.

En un libro posterior, La percepción divina: el significado religioso de las substancias enteógenas Huston Smith cuenta que su contribución al libro que realizó con Snake consistió en entrevistar a miembros de la Iglesia Nativa Americana (INA) acerca de lo que significaba para ellos dicha iglesia para mostrar cómo la fe que generan los enteógenos puede alcanzar proporciones que han requerido cierta institucionalización, aunque sólo sea de forma descentralizada y congregacionista como en el caso de la INA.

Estos son algunos de los testimonios que Smith reprodujo allí:

Voy a cumplir noventa y cuatro años, de modo que si quieren un ejemplo de alguien que haya tomado peyote toda su vida, creo que yo soy ese… Mi gente lo usa y encuentra guía espiritual. Cuando me siento en el tipi y comparto la medicina, me concentro y pienso cuánto deseo ser bendecido y en quién quiero rezar. El mundo exterior desaparece. Me siento humilde y los buenos pensamientos que acuden a mi mente me ayudan.

[Truman Dailey, oto de Mussouri]

Esto es todo lo que sé. Cuando empecé a ingerir esta medicina empecé a verlo todo. Ya no discutía con nadie. Ya no enfadaba con nadie. Eso es todo. Cuando empecé a tomar esta medicina empecé a pensar siempre en el Gran Espíritu, cada día.

[Una menomini de setenta años]

He vivido una vida de sobriedad durante veintitrés años. No fumo como solía hacer. No bebo alcohol ni consumo ningún tipo de droga, por la vida que llevo ahora en la iglesia nativa americana. Esto es lo que ha hecho por mí, por mi familia y parientes de ambos lados: mis cuñados winnebago, mis parientes sioux, mis familiares menomini, los creek, seminola, ottawa y iowa, mi gente que está en casa en Oklahoma.

[Johny White Cloud, oto de Missouri]

Cuando tomé peyote por primera vez me puse muy mal. Parecía como si hubiera vomitado varias botellas de whisky, varios rollos de tabaco y dos bulldogs. Esta acumulación de porquería representaba todos los pecados que había cometido. Con su expulsión me volví puro y limpio ante los ojos de Dios y sabía que si continuaba tomando peyote seguiría en esa condición. Me transformé en un hombre nuevo.

[Un winnebago]

Con los años el peyote me ha enseñado muchas cosas, aunque en realidad ha sido Dios quien lo ha hecho através de él.

[Andy Kozard, kiowa]

El jefe Peyote nos dice que nuestras reuniones son para hacer que seamos mejores indios, que seamos amigos y que dejemos de luchar. Cuando comemos peyote sentimos un cálido resplandor hacia los demás en nuestros corazones, como si ellos fueran nuestros hermanos.

[Ralph Kochampanaskin]

Mi corazón estaba lleno de pensamientos asesinos cuando tomé peyote pot primera vez. Quería matar a mi hermano y a mi hermana. Todos mis pensamientos se centraban en pelear. Algún espíritu del mal me había apresado. Hasta quería matarme a mí mismo. Cuando tomé esta medicina todo cambió. Empecé a querer a mi hermano y a mi hermana, a quienes quería matar. Esto es lo que la medicina ha hecho por mí.

[John Rave]

Nunca he visto colores ni he experimentado alucinaciones de ningún tipo cuando he tomado peyote. Lo que siento es que estoy sentada al lado mismo de Dios Creador. Me comunico con Él. Por supuesto no está físicamente, pero espiritualmente puedo sentir que está cerca de mí. Y cualquier cosa que pido en mis rezos siento que me oye… Parte de la experiencia de estar cerca de Dios es que la medicina te saca las cosas malas que llevas dentro. Si tienes malos pensamientos o si estás bajo de estado de ánimo, generalmente lo verás todo claro. De este modo, si no vives bien tu vida, el peyote te purifica. Te ayuda a limpiar tu espíritu…

[Patricia Mousetail Rusell, chayene del sur]

El peyote es mi Biblia. Sé lo que he de hacer y lo que no he de hacer. Cuando tomo ese peyote, me siento humilde y respetuoso en todo momento. El peyote no es como un narcótico. Cuando lo comes, tu mente se enfoca en el Gran Espíritu.

[Larry Etsitty, navajo] (29)

Fuente:

Karina Malpica

http://www.mind-surf.net

EXTRACCIÓN DEL PEYOTE

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