La Ayahuasca como tratamiento de la adicción

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El Ayahuasca le plantea el reto al adicto de enfrentarse a una verdadera iniciación que le permita integrar, reordenar y metabolizar su universo interior, alcanzando un sentido profundo de su propia vida.

Si entendemos que la drogadicción lleva en el fondo una aspiración a una auténtica vida espiritual, a encontrar un sentido profundo de la vida, entonces la terapia que pretenda transformarla debe tomar en consideración la dimensión espiritual pues, de lo contrario, no se estará llegando al núcleo del problema. Lamentablemente, muchas de la terapias modernas se limitan a desintoxicar el cuerpo físico y trabajan la dimensión espiritual desde fuera, operando en el plano mental.

Actualmente existen alrededor del mundo diversas terapias dirigidas a curar las adicciones contemporáneas, las cuales utilizan plantas psicotrópicas como la base de su tratamiento basado en la inducción controlada de los estados de conciencia.

En Argentina el Centro Ayllu dirigido por el psicólogo Sacha Domenech ha demostrado resultados muy alentadores del tratamiento de toxicomanías usando el ancestral cactus Wachuma (San Pedro).

El Centro Takiwasi en la ciudad de Tarapoto dirigido por el Dr. Jacques Mabit se propone tratar adictos a la pasta básica de cocaína, asociando psicología contemporánea y conocimiento shamánico amazónico, reuniendo terapeutas modernos y autóctonos en los rituales curativos del Ayahuasca.

En Thailandia, en el Monasterio budista de Tham Krabok, desde hace más de 30 años, los monjes-curanderos tratan a los heroinómanos. Los resultados son impresionantes (más de 70.000 casos en 30 años). (“Adicción y Shamanismo budista: el monasterio de las cuevas del Bambú”, Jacques Mabit. Revista TAKIWASI, No.2, Tarapoto 1994)

Estas terapias utilizando plantas psicotrópicas dentro de un contexto ritual controlado inducen al paciente estados alternos de conciencia que permiten la auto-exploración de su universo interior. La disolución temporal de la censura racional autoriza el acceso directo a estratos profundos del inconsciente. Esto produce el surgimiento de recuerdos reprimidos, traumas olvidados y memorias antiguas que vuelven a la superficie.

Estas plantas maestras poseen un alto nivel vibratorio produciendo un efecto catalizador, el cual permite desencadenar ciertos procesos latentes, los cuales se encontraban paralizados dentro del paciente. Al mismo tiempo el paciente experimenta un aumento en la producción onírica, produciendo sueños más frecuentes e intensos, más nítidos y de fácil recordación.

Durante el proceso el paciente experimenta estados catárticos, a veces acompañados de vómitos intensos y llantos profundos cuya función consiste en desbaratar y limpiar el nivel emocional. Este se presenta en algunos casos como un paso necesario para lograr abrirse y permitir el florecimiento del nivel espiritual.

En las palabras de Sacha Domenech, psicólogo director del Centro Ayllu, “…el alto potencial vibratorio de estas ‘plantas maestras’ llega a lugares recónditos donde muchas veces es tan difícil llegar por métodos convencionales de terapia. Las plantas nos ayudan a ‘ponerle el cuerpo’ a los procesos internos. La cuestión meramente evocativa y racional no ayuda a producir los cambios, en vez cuando le ponemos el cuerpo a la purga, es posible metabolizar situaciones y circunstancias y solo desde allí es posible una transformación.” (“Tratamiento con plantas maestras en trastornos de inmunodeficiencia”, Sacha Doménech – Psicólogo Argentino. Artículo sin publicar.)

Ventajas sobre los métodos convencionales

En las terapias convencionales se le niega al adicto el valor de su propia búsqueda espiritual a través de la modificación de estados de conciencia. Esto crea un vacío en el adicto, el cual siente que el terapeuta no logra en el fondo conocer el valor de su búsqueda. En cambio, la terapia basada en la inducción controlada de estados modificados de conciencia crea en el adicto una gran confianza hacia el tratamiento, el cual no le está negando el valor de su propia búsqueda sino que le plantea una perspectiva totalmente nueva de experiencias canalizadas, constructivas y enriquecedoras que reconocen la dimensión sagrada y trascendental de la experiencia.

En general el adicto mantiene una sensación de superioridad sobre el terapeuta en cuanto al atrevimiento de auto-exploración de su mundo interior mediante una alteración inducida de la consciencia. No importa si esta fue errada o lo condujo a la autodestrucción, igualmente siente que tuvo el valor de hacerlo y en cambio el terapeuta se mantiene protegido dentro de conceptos racionales y teorías basadas en su experiencia académica.

En cambio, la confianza que el adicto pueda sentir en el terapeuta se incrementa enormemente al sentir que éste viaja a su lado, lo acompaña en las sesiones tomando él mismo la pócima, guiándolo desde adentro y explorando juntos ese universo que va más allá de lo racional.

Por último, bajo la terapia de tratamiento con plantas psicotrópicas, el adicto se vuelve dueño de su propia curación ya que descubre por si mismo donde se produjo la ruptura y encuentra en su propio “maestro interior” el camino hacia una evolución curativa. El terapeuta se mantiene en un papel de acompañante, de protector, de hermano mayor creando las condiciones adecuadas para ofrecer al paciente un espacio seguro para su trabajo evolutivo.

Tratamiento tradicional de “Síndrome de abstinencia”

Dentro del contexto curanderil de la selva norte del Perú existe una práctica ritual utilizada para curar el síndrome de abstinencia en pacientes toxicómanos de la pasta básica de cocaína y otras toxicomanías. El tratamiento fue adoptado por el centro de Rehabilitación de toxicomanías en Tarapoto – Takiwasi dirigido por el doctor Jacques Mabit.

El tratamiento consiste en la ingestión de la savia de una planta denominada Yawar Panga, la cual tiene efectos eméticos muy poderosos, destinados a operar una limpieza profunda del organismo de los participantes. Esta planta resulta muy útil en el tratamiento de todo tipo de intoxicación, particularmente en la primera fase del tratamiento de la adicción a drogas.

“El nombre de Yawar Panga está constituido por dos palabras quechuas que significan hoja de sangre y la planta se denomina así porque al cortar su hoja, ésta derrama un líquido rojo. En Loreto se la llama también Shihuango Sacha. La Yawar Panga es una enredadera que pertenece a la familia de las cucurbitáceas; de las hojas de esta planta se extrae el jugo, que se da a beber fresco, sin más preparación, a los pacientes.” (“Ceremonia ritual de la Yawar Panga”, Rony Rengifo Yon – Terapeuta del Centro Takiwasi, Tarapoto. Artículo sin publicar.)

El paciente ingiere tan solo una cucharada de la savia de esta planta y pasa por un trance de vómitos los cuales pueden durar hasta tres horas. Durante este periodo el paciente debe tomar abundante agua para que el efecto emético se produzca en las mejores condiciones. Durante ese periodo pasa por sensaciones de mucho calor y luego mucho frío, tembladera, mareos y palpitaciones, logrando vomitar hasta cerca de 6 litros de agua. Luego de este trance se va a dormir agotado sin comer hasta el día siguiente.

A la mañana siguiente se despierta con una lucidez y sensación de bienestar no experimentada desde mucho tiempo atrás. La ansiedad, el mal humor, la angustia y el malestar físico desaparecen y se siente muy bien. Los pacientes muestran un esclarecimiento de ideas y lucidez mental, el semblante tranquilo y relajado. El alivio es tan palpable que fortalece la motivación del sujeto a seguir adelante.

Pese a su aparatosidad, el vómito no es doloroso y sobreviene con naturalidad. Al término de la ceremonia se toman medidas para suspender el efecto vomitivo si ello no ocurre naturalmente. Una forma muy sencilla es administrar un poco de té de canela con azúcar. El azúcar corta la acción de las plantas depurativas y particularmente de las plantas de sabor amargo.

“Este tratamiento permite especialmente desactivar en el toxicómano el síndrome de abstinencia, tanto en sus aspectos físicos como psíquicos (especialmente la angustia)” (“La Yawar Panga”, Julio Arce Hidalgo – curandero. Artículo sin publicar.)

Esta sensación de bienestar puede durar de 24 a 36 horas hasta que nuevamente el síndrome de abstinencia produce en un menor grado sus efectos angustiantes los que llevan al paciente, en muchos casos, a pedir voluntariamente una nueva sesión de Yawar Panga.

En la primera semana se administran cerca de 3 sesiones de Yawar Panga con lo cual se logra vencer totalmente el síndrome de abstinencia en una manera natural. Se trata más bien de una limpieza necesaria y a veces difícil pero finalmente tan apreciada por los pacientes que muchos de ellos, cuando pasan por una crisis o se sienten mal, solicitan espontáneamente una sesión.

“A nivel psicológico, el vómito supone una apertura voluntaria del sujeto para “devolver” y la aceptación de encarar ‘el mal’ que esta adentro de si mismo. A diferencia de la evacuación anal vinculada a connotaciones sádicas y dominadoras, la eliminación oral supone humildad, sumisión con confianza hacia el terapeuta. En sí, señala y manifiesta el deseo de ‘agachar la cabeza’ y liberarse de los ‘diablitos’ que uno tiene adentro. El paciente decide ‘devolver’ lo que ha sido incorrectamente ingerido, los alimentos físicos, mentales y espirituales que tragó sin tener la capacidad de digerirlos, metabolizarlos. Con la purificación de la boca es el verbo que se purifica, la palabra y por ende los pensamientos.” (“Ceremonia ritual de la Yawar Panga”, Rony Rengifo Yon.)

Cabe destacar que la utilización de la Yawar Panga no solo está destinada a pacientes toxicómanos sino que, basados en su propiedades eméticas, lo convierten en un excelente medio de depuración, el cual es utilizado para limpiarse de un excesivo consumo de alcohol,luego de haber asimilado muchos medicamentos durante un tratamiento farmacológico convencional, después de una fase de stress intenso o de un período de fiestas donde hubiese habido una sobre ingestión de alimentos pesados.

Fuente: http://www.ayahuasca-wasi.com/

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