Cultura Mapuche

VERSIÓN EN PDF PARA IMPRIMIR: Post2PDF

(Tiempo estimado de lectura: 5 minutos)

Origen del Pueblo Mapuche

El nombre que se dan a sí mismos los indígenas de la raza que los españoles llamaron “Araucana”, deriva de los sustantivos Mapu que significa tierra, país, el territorio de la nación propia, la Patria, y Che que significa persona, gente, cada uno de los miembros de la nación. Mapuche, de esta manera, significa gente del país, paisano, compatriota.

De acuerdo a versiones de algunos antropólogos modernos, la denominación Mapuche tenía una connotación similar a la que se daban a sí mismos los pueblos arios de Europa, como DeutcheTuataTota de los germanos, los celtas y los itálicos, que significa “la totalidad”, “todos los hombres”, implicando que sólo los miembros de la propia nación son completa y perfectamente humanos, y los demás lo son solamente a medias.

En la Perspectiva del poblamiento de América

Ya está fuera de dudas que el poblamiento del continente americano se produjo en oleadas sucesivas de emigrantes procedentes de Siberia, de origen mogol, que cruzaron a través del actual estrecho de Bering —el cual durante varios períodos interglaciares pasó a ser un istmo o puente que unía a Asia con América entre Siberia y Alaska—. Este proceso se inició hace más de cuarenta mil años y se prolongó durante el período del Pleistoceno hasta los comienzos del Holoceno, doce mil años antes del presente.

Una vez en América, las oleadas de inmigrantes se desplazaron, bien buscando territorios más favorables para su subsistencia, o bien retirándose hacia el sur ante el empuje de nuevos inmigrantes más belicosos y numerosos. En esta dinámica, hacia el 12.000 antes de Cristo el poblamiento de América había alcanzado ya hasta el extremo sur del continente, incluyendo Tierra del Fuego.

Los Mapuches a la llegada de los españoles

Su aspecto físico

Se estima que la población mapuche alcanzaba a algo más de un millón de habitantes hacia 1541, fecha de la fundación de Santiago. Si bien eran —como ahora— gente de un raza de poca estatura, los cronistas señalan que en general no eran más bajos que la mayoría de los conquistadores españoles y en cambio eran más altos que los indígenas del Perú. Asimismo, su tez era considerablemente más pálida.

Los etnólogos argentinos del siglo diecinueve coinciden en que la estatura del hombre mapuche oscilaba entre un metro con sesenta y siete centímetros y un metro con setenta y tres centímetros, y la mujer, más homogéneamente, un metro con cincuenta y cinco centímetros. Coinciden también en destacar su complexión atlética y esbelta, en contraste con los indígenas andinos (quechuas, aymaras, atacameños) más bajos y gruesos. Sus facciones presentan nariz menos achatadas que los andinos, con cráneos redondos, mandíbula fuerte y pómulos no muy levantados, y señalan la existencia de muchas similitudes con los indígenas de raza guaraní.

Hombres y mujeres se depilaban cuidadosamente todo el cuerpo. Las mujeres usaban maquillaje con claro sentido cosmético; se coloreaban las mejillas con polvos y cremas de color rojizo, y asimismo se pintaban las pestañas, bordes y rabillos de los ojos con líneas oscuras y verdes. El peinado de las mujeres consistía en trenzas simples que a veces llevaban arrolladas a ambos lados de la cabeza, sujetas con alfileres o eltrarilonko. Los varones no parecen haber utilizado pinturas faciales ni aún en la guerra o en solemnidades. Llevaban el cabello cortado en melena que no alcanzaba a los hombros, y, según la descripción que hace Alonso de Ercilla para la ceremonia de reconocimiento de Lautaro por Caupolicán, como lugarteniente suyo, los jefes solían raparse el pelo a ambos lados de la cabeza, dejándose sólo un abundante mechón en la parte central del cráneo, peinado en trenza desde la frente hasta la nuca.

Religión mapuche

Las creencias religiosas del pueblo mapuche permanecieron desconocidas y desfiguradas hasta la publicación de valiosísimos trabajos de investigación en fechas recientes. En gran medida esta ignorancia puede atribuirse al carácter especialmente endurecido de los conquistadores y a su dificultad de comprender las sutilezas del pensamiento indígena.

Alonso de Ercilla afirma que los mapuches creían en una divinidad guerrera llamada Eponamón. Señala también Ercilla que los mapuches solían ingerir unas “setas engañosas” para experimentar éxtasis religioso de tipo guerrero y también para determinados ritos de los machis. Podemos inferir que se trataba de hongos alucinógenos similares a la Amanita muscaria utilizada por los chamanes siberianos y los griegos antiguos, y a los hongos de psilocibina utilizados por los indígenas centroamericanos y los tupí-guaraní del Brasil.

Al igual que los indígenas del Perú, los mapuches ingerían diversas plantas y combinaciones de efectos alucinógenos que se ingerían en brebajes, o aspirándolas pulverizadas en forma de rapé, o también fumándolas como la marihuana. Entre las principales drogas mágicas de los mapuches, fuera de las referidas setas, se cuentan la Lobelia tupa, trupa o tabaco del diablo; la Datura stramonium o chamico y la Latua publiflora, latué o palo del brujo.

La divinidad máxima y remota de los mapuches era el Gran Espíritu o Gran Fuerza, el Futa Newén, que moraba en el Wenu Mapu o País de los Cielos. Este concibió y creó el mundo, los seres vivos y el hombre, los que fueron posteriormente destruidos por un diluvio y recreados por las divinidades como refiere el mito de Tren TrenKai Kai (La historia de “El diluvio” mapuche).

Creían también los mapuches en la existencia de entidades invisibles llamadas Pullüam (castellanizado como el Pillán), espíritus o almas que sustentan al hombre y a las cosas, y que suelen manifestarse en los fenómenos naturales como relámpagos, vendavales, lluvias, erupciones volcánicas y terremotos. Estos espíritus constituyen la cualidad esencial de todos los seres y todas las cosas. Si el Pullüam del agua, por ejemplo, se marchara, también el agua desaparecería.

Finalmente, por influencia del cristianismo, hacia el siglo XVIII los mapuches comenzaron a concebir a una divinidad bisexual llamada Nguenechén, padre y madre de los hombres, y Nguenemapun, Señor y Señora de la Tierra. Esta divinidad, a la vez que bisexual, se expresaba también en forma benéfica o maligna.

Las ceremonias religiosas, rogativas y ritos de sanación y fecundidad (Machitún y Nguillatún) se realizaban principalmente dirigidas a los Pullüam, y posteriormente a Nguenechén.

Por Alexis López Tapia

Fuente: http://launidadmorelos.blogspot.com

Documento sin título
 

Palo Santo, Copal, Agua Florida...

www.aromasagrado.com

Primera tienda especializada en chamanismos. Inciensos naturales. Hechos a mano artesanalmente.

Envíos a toda España.

Aroma Sagrado patrocina Onirogenia.com

 

 

Difúndelo en tu red social:
  • Facebook
  • Twitter
  • Google Bookmarks
  • Meneame
  • del.icio.us
  • BarraPunto
  • Bitacoras.com
  • Yahoo! Bookmarks
  • Add to favorites

Comentarios (1)

 

  1. Inche mapuche ngen dice:

    Muchos desaciertos.. Muchos

Leave a Reply