Wilo Vargas

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Wilo Vargas (1968) es un pintor y arqueólogo peruano que ha sabido vincular ambas profesiones en su quehacer como artista. Nacido en Trujillo en el norte del Perú, donde coinciden dos de sus grandes culturas aborígenes: La Moche y la Chimú, sus investigaciones arqueológicas, iniciadas en 1993, lo condujeron a descubrir el misterioso mundo de los chamanes. Al mismo tiempo que prosigue esas investigaciones, su mirada de pintor le ayuda a recrear en sus cuadros, facetas insospechadas de la rica tradición autóctona de su país. El Perú constituye, para el etnólogo y el arqueólogo, un campo inagotable de encuentros con antiguas culturas, cuyas creencias religiosas han producido sorprendentes obras de arte. Las experiencias que Wilo Vargas ha tenido durante sus contactos con las diversas manifestaciones culturales de su país natal, han marcado profundamente su sensibilidad artística. Sus obras se encuentran actualmente expuestas en la galería Nkisi de José Bedia, con cuadros de gran y mediano formato, que aluden a los seres y narraciones míticas que ha ido configurando visualmente, mediante una técnica cuidadosamente elaborada.

Al llegar los españoles en 1532 al Perú, el país se llamaba Tawantisuyu: país de las cuatro regiones. Por esas cuatro regiones se entrecruzan los caminos de historias, mitos, leyendas y prácticas chamánicas, que aún se conservan en sitios remotos, algunos colindantes con el Amazonas. Esos entrecruzamientos parecen incorporarse a la tupida madeja de líneas con las cuales cubre el trasfondo de sus cuadros. Vistas a cierta distancia, sus cuadros dan la sensación de estar confeccionados con la técnica “puntillista”, que pintores como Seurat favorecieran hacia fines del siglo XIX. Pero una vez que nos aproximamos, surge el entramado que le brinda razón de ser a sus visiones pictóricas. Cuando le pregunté acerca del significado de las mismas, el pintor me respondió que en sus experiencias con el enteógeno “Ayahuasca” , se le aparecieron una arañas que le explicaron la técnica a seguir en sus pinturas. El pintor, sin embargo, fue muy preciso en aclararme que sus cuadros no son meras reproducciones de sus experiencias alucinógenas, sino más bien el resultado de una iniciación como producto de sus relaciones con los chamanes, sobre todo, con los de la costa norte del Perú y del Amazonas.